Somos como los suicidas, cuando nuestras miradas se entrecruzan, condenadas a voluntad propia a matarnos los unos a los otros cuando el triste final fragmente nuestras mentes. Al rato se nos antoja no ver entre las lágrimas un automóvil por la avenida, o tener un accidente con la navaja de afeitar. Es acaso entonces nuestro motivo la autodestrucción que precede al renacimiento el enamorarnos esperando evitar el inevitable desenlace. Si no hemos brincado de un edificio medio ebrios más de tristeza que de las drogas, igual estamos muertos y debemos renacer distintos. Luego nos enamoraremos de nuevo, y al dejarnos el o ella, repetiremos. Que ciclo tan ridículo. El amor sabe un poco de vino tinto salado. Besos de sidra que con el tiempo se pudren amargos. Sabe a un ratito de oscuridad donde al irse a dormir crees que nadie te escucha llorar. Y la verdad es que solo tienes razón porque todos están muy ocupados llorando sus propias lágrimas. ¿Concientemente buscamos la expectativa y esos breves momentos de felicidad como ninguna otra, sabiendo lo que nos depara? ¿No piensa la gente acaso en esas sabias “Es tan corto el amor, y tan largo el olvido”? Luego están escuchando canciones de amor y amargura que misteriosamente cobraron un significado repentino, como si les gustara sufrir aquellos recuerdos. Personalmente me dieron ganas de gritar “¡YA BASTA, CALLA ESA MUSICA!” al maldito camionero que inconcientemente jugaba con mis nervios en ese viaje de veinticuatro minutos tortuosos camino a mi destino. El conductor tiene al menos veinte años mas que yo, imaginar que el no ha vivido mas que yo es estupido, ¿porque entonces escucha esa música? ¿Acaso no le parte el alma? ¿Podría ser que estuviese satisfecho y feliz con su vida? No, claro que no. Que tonto de mi siquiera considerarlo. ¡Eso no pasa! A menos claro que el don haya clavado un filo frío en la espalda de alguien- por algún motivo los que lastiman, torturan y matan si tienen un final feliz. Que lastima que no soy una mala persona, porque a ellos parecen las cosas resultarles tan bien, ¡Satán es mucho más generoso que dios! Dar todo por una persona suena tan bonito, excepto por la parte de “Dar todo”, porque es, tú sabes, todo. Tragarse un infierno por alguien que amas no trae una recompensa divina al final: si la persona te hizo infeliz en un principio, lo hará en un final. Es triste cuando no enseñan que hacer lo “correcto” trae una recompensa final y gloriosa, y tras ser el mártir nunca llega nada, incluso tras un año. El que si es culpable, sin embargo, esta feliz, dichoso y satisfecho. Lo he visto, lo he vivido, lo he soñado y lo he llorado. La moral es pura mierda.
-thz
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